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Fue encontrado en un bosque en una condición deprimente, pero su vida cambio

En mayo de 2015, una mujer llamada Stephanie Smith-Justus recibió una llamada de su vecino, quien le informó que había visto a un cachorro que necesitaba ayuda. Smith-Justus, que trabajaba para un refugio local y también dirige la Sociedad Humanitaria Buchanan County en Virginia, todo esto en los Estados Unidos, respondió a la llamada de inmediato y se dispuso a buscar al cachorro con su esposo. Al llegar al bosque donde el cachorro fue visto por última vez, la pareja trató de encontrar al cachorro pero fue en vano. Smith-Justus estaba a punto de abandonar la búsqueda cuando su esposo finalmente vio al cachorro, que fue encontrado acostado en un parche de malezas. Cuando la pareja inspeccionó al cachorro, se alarmaron al ver que el cachorro tenía sarna grave y se estima que tenía solo unos cuatro meses.

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Según Smith-Justus, el cachorro parecía haber sido lastimado gravemente, luciendo como si lo hiciera una quemadura de segundo grado. La pareja llevó rápidamente al cachorro a Virginia Tech en busca de ayuda médica. Al ver la grave condición del cachorro, inmediatamente lo admitieron. Después de examinar al cachorro, le dijeron a la pareja que el cachorro no tenía mucho tiempo para vivir debido a su condición. Según el veterinario, al cachorro le habían disparado repetidas veces con una pistola de perdigones y sus intestinos ya estaban colapsados ​​debido a un largo período sin comida.

Lamentablemente, eso no fue todo. El veterinario también le dijo a la pareja que los tendones de las patas del cachorro habían perdido su elasticidad y, por lo tanto, no podría pararse o caminar normalmente. La pareja decidió nombrar al cachorro «Watkins», que era el nombre de la calle en la que se encontraba.

A pesar de la pequeña posibilidad de supervivencia de Watkins, Smith-Justus le dijo al veterinario que lo salvara. El perro fue sometió a su primera cirugía y sobrevivió a través de ella. Pero después de algunas semanas, Watkins de repente dejó de comer y esto provocó un descenso en su peso corporal. Resultó que había masticado el tubo de alimentación que el personal había implantado, por lo que se quedó sin fuentes de alimentos.

La recuperación de Watkins fue lenta pero progresiva, y había pasado un total de 119 días en el veterinario antes de que le permitieran ser dado de alta. El 11 de julio de 2015, Watkins fue dado de alta y se fue a casa con Smith-Justus y siguió visitando al veterinario para tratar su infección de oído y sarna crónica. Poco después,  recuperó la capacidad de caminar, para sorpresa de Smith-Justus.

La condición de Watkins continuó mejorando, al igual que su confianza. Ya no le teme a los autos y le gusta correr por el patio, también adora su juguete favorito, una langosta rellena que acurruca durante la hora de acostarse. Según Smith-Justus, Watkins tiene una personalidad agradable y desde entonces ha mejorado mucho desde su rescate.